La industria automotriz mexicana ha demostrado una vez más su capacidad para reinventarse en medio de desafíos globales. Marzo de 2025 se consolida como un hito histórico: con 127,352 vehículos ligeros vendidos, el sector alcanzó su mejor desempeño en ocho años y la segunda cifra más alta de su registro. Este crecimiento, aunque modesto en términos porcentuales (1.3% frente a marzo de 2024), es significativo si se considera el contexto de incertidumbre económica global, marcado por tensiones arancelarias y una disminución en la confianza del consumidor. Pero, ¿cómo logró México no sólo mantener su ritmo, sino acelerarlo en un entorno tan complejo? La respuesta yace en una combinación de resiliencia estratégica, diversificación de ofertas y adaptación a las demandas del mercado.
Uno de los principales dolores de cabeza para la industria en los últimos años ha sido la proliferación de aranceles comerciales, particularmente entre potencias económicas como Estados Unidos, China y la Unión Europea. Estos conflictos, que afectan el 8% de los autos importados a nivel global según Bank of America, generaron presiones en las cadenas de suministro y aumentaron los costos de producción. En México, donde el 80% de los vehículos fabricados se exportan principalmente a EE. UU, el riesgo de un impacto negativo era latente.
Sin embargo, en marzo de 2025 reveló una capacidad de adaptación sorprendente. A diferencia de febrero, mes en el que las ventas cayeron por la cautela de los compradores, el repunte de 8.2% intermensual (9,668 unidades adicionales) sugiere que la industria logró contrarrestar la incertidumbre. Según Guillermo Rosales, presidente de la AMDA, esto se debe a dos factores clave: una oferta más diversificada y estrategias agresivas de marketing. Las marcas priorizaron la transparencia en los costos finales para el consumidor, absorbiendo parcialmente los incrementos derivados de aranceles, y reforzaron campañas que vinculan la compra de autos con inversiones a largo plazo en movilidad segura y eficiente.
El segundo pilar del éxito reside en la diversificación tecnológica. Aunque los vehículos de combustión interna siguen dominando el mercado (representando cerca del 70% de las ventas), los híbridos y eléctricos ganan terreno aceleradamente. En 2025, su participación aumentó al 18%, comparado con el 12% en 2022, según proyecciones de la AMDA. Este crecimiento no es casual: responde a una demanda creciente de consumidores que buscan reducir costos de combustible y alinearse con tendencias sostenibles, sin sacrificar autonomía.
Marcas como Toyota, líder en el segmento híbrido con modelos como el Prius y el RAV4 Hybrid, incrementaron sus ventas en 19.8% anual. Por su parte, Nissan, aunque con un avance modesto de 0.4%, mantuvo su liderazgo gracias a una estrategia dual: potenciar su icónica gama de combustión (como la Nissan Versa) mientras introducía opciones electrificadas accesibles. Incluso las marcas premium, como BMW y Mercedes-Benz, reportaron incrementos al ofrecer versiones híbridas de sus modelos más populares en el mercado mexicano.
Este ecosistema multimodal no sólo atrae a distintos perfiles de compradores, sino que mitiga riesgos. Ante fluctuaciones en los precios de combustibles o cambios regulatorios, las armadoras tienen la flexibilidad de ajustar su mix de producción sin depender de una sola tecnología.
La incursión de marcas chinas en México ha sido un tema controvertido. Por un lado, empresas como Great Wall Motors han logrado un crecimiento notable (23.1% en marzo), gracias a precios competitivos y vehículos equipados con tecnología de punta. Por otro, otras como MG (-20.1%) y Chirey (-14.2%) enfrentan caídas, mientras Jetour —antes un actor relevante— detuvo temporalmente sus ventas para reestructurarse bajo la sombrilla de Soueast, una alianza estratégica que busca fortalecer su presencia local.
Este fenómeno refleja un punto crítico: la volatilidad de las marcas chinas, muchas de las cuales carecen de redes de distribución y servicio postventa consolidadas. Jetour, por ejemplo, al pausar operaciones, dejó un vacío en el segmento de SUVs económicos, que fue rápidamente aprovechado por marcas japonesas y coreanas. Kia, con un incremento del 3.5%, capitaliza este espacio con modelos como el Seltos, mientras Mazda (+25%) reforzó su reputación con el CX-5, un SUV que combina eficiencia y diseño premium.
La lección es clara: aunque las marcas chinas llegaron para quedarse, su éxito a largo plazo dependerá de inversiones en infraestructura y confianza. Mientras tanto, las armadoras tradicionales tienen una ventana de oportunidad para recuperar cuota de mercado.
El acumulado de enero a marzo de 2025 (365,017 unidades vendidas, 3.3% más que en 2024) confirma que la industria está en una trayectoria ascendente. Detrás de este número hay dinámicas reveladoras:
Marcas de volumen vs. nicho: General Motors (+2.6%) y Volkswagen (+2.8%) demostraron que, incluso en un mercado fragmentado, la lealtad a marcas establecidas sigue vigente.
El factor "valor por dinero": Honda (+10.6%) y Mazda (+25%) destacaron al ofrecer vehículos con altos estándares de seguridad y eficiencia, sin sobrepasar rangos de precios medios.
El auge de los seminuevos: Aunque no se menciona en los datos del INEGI, distribuidores reportan que la demanda por seminuevos certificados creció 15% en el trimestre, lo cual sugiere que muchos compradores están optando por opciones más accesibles sin renunciar a calidad.
Como analista de la industria automotriz, observó este repunte con optimismo cauteloso. Los números de marzo son un respiro, pero no garantizan inmunidad ante futuras crisis. La dependencia de exportaciones, la llegada de nuevas marcas chinas (como Soueast) y la transición hacia vehículos eléctricos plantean desafíos que requerirán inversiones en infraestructura, políticas públicas claras y alianzas entre fabricantes y gobiernos.
Sin embargo, el caso mexicano es inspirador. En un mundo donde las guerras comerciales y la desaceleración económica son la norma, la industria local ha encontrado en la diversificación de tecnologías, mercados y estrategias su mejor aliado. Para los consumidores, esto se traduce en más opciones y mejores precios; para las empresas, en la necesidad de innovar o quedar rezagadas.
La venta récord de marzo no es solo un número: es un recordatorio de que, incluso en terrenos sinuosos, es posible acelerar sin perder el control. El camino por delante exigirá agilidad, pero si algo ha demostrado la industria automotriz mexicana, es que está lista para pisar el acelerador.
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