El escenario era perfecto. Bajo el cielo despejado de Pastejé, el evento automotriz más exclusivo de México, cientos de entusiastas y coleccionistas se reunieron en 2025 para celebrar la pasión por los autos exóticos. Sin embargo, entre los Lamborghinis, Ferraris y McLarens, una silueta desconocida robó todas las miradas: el Peralta S. Este vehículo, diseñado por GFG Style —la firma de diseño fundada por Fabrizio Giugiaro y su padre, el legendario Giorgetto Giugiaro—, no sólo deslumbró por su estética retro-futurista, sino que se erigió como un manifiesto sobre cómo la industria puede conciliar pasado, presente y futuro.
Encargado por Carlos Peralta, empresario y coleccionista mexicano, el Peralta S es mucho más que un auto único. Es un tributo a los concept cars de los setenta, una obra de arte mecánica y una respuesta audaz a los dilemas actuales de la industria: la pérdida de identidad histórica, la masificación del lujo y la tensión entre rendimiento y sostenibilidad.
En una industria donde la aerodinámica y la eficiencia dictan líneas similares en todos los segmentos, los autos han perdido parte de su alma. Los diseños atrevidos de los setenta como el Maserati Boomerang o el Ferrari Modulo quedaron relegados a museos, sustituidos por formas conservadoras. ¿Cómo mantener vivo el legado de una época dorada sin caer en el pastiche?
GFG Style eligió un camino arriesgado: reinterpretar el Boomerang de 1972, pero sobre la plataforma del Maserati MC20, un superdeportivo contemporáneo. El resultado es una silueta en cuña, con una cabina tipo "nave espacial" y superficies de aluminio pulido que reflejan el cielo como un espejo. Fabrizio Giugiaro lo explica así: "Quisimos evocar la audacia de los setenta, pero con técnicas modernas. El aluminio no solo es un guiño estético; su ligereza y maleabilidad permitieron formas imposibles en los setenta".
El frente, con faros LED integrados en una delgada línea, y el difusor trasero continuo en fibra de carbono, son homenajes a los detalles funcionales de antaño. Sin embargo, cada curva fue optimizada en túneles de viento para mantener la aerodinámica del MC20, demostrando que la herencia no está reñida con la innovación.
Actualmente hasta los hypercars se producen en lotes de cientos, la verdadera exclusividad se ha vuelto un bien escaso. Los coleccionistas buscan piezas únicas que cuenten historias personales, no solo máquinas veloces.
Carlos Peralta no quería otro auto más en su colección; quería una narrativa. El Peralta S es un one-off que fusiona su pasión por los clásicos con un legado familiar. El diseño rinde homenaje a su padre a través de volúmenes que reinterpretan el Boomerang, pero con elementos como el alerón retráctil y los rines inspirados en el BMW M1, que reflejan su gusto personal.
GFG Style transformó el MC20 —ya de por sí exclusivo— en una escultura móvil. La carrocería de aluminio requirió más de 3,000 horas de artesanía manual, eliminando la fibra de carbono original para lograr un acabado espejo. "Es un auto que no podría existir sin la obsesión de Carlos por los detalles", comenta Fabrizio. En un mercado saturado de ediciones limitadas, el Peralta S redefine el lujo como una experiencia íntima y personalizada.
Los ingenieros suelen priorizar la eficiencia sobre la belleza, mientras que los diseñadores pelean por cada milímetro. Este conflicto ha dejado autos que sacrifican elegancia por aerodinámica, o viceversa.
Bajo el capó trasero late el corazón del Maserati MC20: el motor Nettuno V6 biturbo de 630 caballos, capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 2.9 segundos. Aunque el cambio a aluminio añadió peso (el MC20 pesa menos de 1,500 kg), GFG Style compensó con un diseño más aerodinámico y una distribución equilibrada.
El interior es otro ejemplo de equilibrio. El tablero digital y las pantallas para cámaras laterales conviven con materiales como piel cosida a mano y aluminio cepillado. El volante, inspirado en los Pagani, incluye botones para ajustar el modo de conducción, demostrando que la tecnología no debe eclipsar la artesanía. "Quisimos que cada elemento sirviera tanto al conductor como al diseño", añade Fabrizio.
Los autos de alta gama suelen ser criticados por su huella de carbono. ¿Es posible crear un vehículo excepcional sin ignorar la responsabilidad ecológica?
Aunque el Peralta S no es un híbrido, GFG Style tomó decisiones conscientes. El aluminio, además de su impacto visual, es más reciclable que la fibra de carbono. Además, el motor Nettuno incorpora tecnología F1 (pre-cámara de combustión), reduciendo emisiones sin mermar potencia.
Carlos Peralta también planea compensar la huella del proyecto mediante iniciativas de reforestación en México. "Este auto es un sueño, pero queremos que su legado sea positivo", afirma. Aunque no es una revolución verde, sienta un precedente: hasta los one-offs pueden incorporar prácticas responsables.
El Peralta S trasciende su rol de pieza de colección. Es un recordatorio de que la industria automotriz puede y debe abrazar su historia mientras innova. Para Carlos Peralta, este proyecto no solo honra a su padre, sino que celebra la cultura automotriz mexicana, llevándola a un escenario global.
GFG Style, por su parte, demuestra que el diseño italiano aún tiene magia que ofrecer. Al fusionar técnicas artesanales con ingeniería de punta, el Peralta S desafía las convenciones: es rápido, hermoso y significativo.
En un mundo donde lo "nuevo" a menudo eclipsa lo "eterno", este one-off mexicano-italiano nos invita a reflexionar: ¿Qué queremos que perdure de la era actual? Quizás, autos que no solo corren velozmente, sino que cuenten historias, inspiran emociones y, como el Boomerang, regresen al futuro una y otra vez.
El Peralta S no es solo un auto; es un manifiesto sobre el arte de crear con propósito. Y en eso, México ya tiene su obra maestra.
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